En Europa, el grabado comienza a producirse en el ámbito textil en el S. VI, mientras que la producción sobre papel tuvo que esperar hasta la llegada del mismo desde el lejano oriente. Las primeras producciones sobre papel fueron en Játiva, España, en 1151. Las primeras xilografías fueron naipes producidos en Alemania a comienzos del S. XV. Poco tiempo después aparecen los primeros sellos en la Inglaterra de Enrique VI.

Hoy podemos afirmar que el grabado fue uno de los motores del Renacimiento: la posibilidad de reproducir la obra con gran calidad permite, por primera vez en la historia, a los artistas del momento, el poder conocer la obra de los clásicos sin moverse de su ciudad.

Las técnicas que en origen tenían carácter imitativo poco a poco fueron evolucionando y tomando valor.

El grabado a partir de planchas de metal se introdujo pocas décadas después de la xilografía, con grandes resultados.

El más antiguo data de 1446, en Alemania y de allí pasó a Italia y Países Bajos. Quizás el artista grabador más emblemático sea Alberto Durero (S. XVI), influido por sus viajes en Italia.

El S. XVII vio florecer el grabado. La técnica más empleada es el grabado con ácidos (aguafuerte), ya que se consideraba un trabajo menos mecánico y más creativo. Aunque Italia era el mayor productor de grabados en la época, casi todos los artistas eran extranjeros: Jacques Callot y Claudio de Lorena o Rembrandt, que nos han dejado un gran legado en este campo.

En el S. XVII el centro productor de grabados se traslada desde Italia, con Tiepolo, que influyó en Goya. También destacan Canaleto y Piranesi. La tradición del grabado en Inglaterra parte de Hogarth, en el S. XVIII, y fue continuada por Rowlandson y William Blake, el más importante de los grabadores británicos, y contemporáneo de Goya, que buscó nuevos campos de expresividad y profundidad en esta técnica.

El grabado del S. XIX sigue las mismas corrientes que el resto de las artes plásticas. En Francia tenemos artistas como Ingres, Delacroix y la Escuela de Barbizon (Daubigny, Rousseau y Corot). La arquitectura neoclásica se queda muchas veces en proyectos imposibles que sólo se pueden ver a través de papel. La sátira política viene de la mano de Honoré Daumier, que realizó más de 4.000 litografías, principalmente para ilustraciones en periódicos. Entre los impresionistas, los más destacados grabadores fueron Manet y Degas, que usaron también la técnica de la litografía.

En América destacan Whistler y James Audubon, aunque éste último más que como medio de expresión artística, utilizó el grabado para las ciencias naturales.

El grabado en el siglo XX

El grabado, tuvo una explosión en la primera mitad del siglo XX. Desde el cubismo y el expresionismo hasta el surrealismo, el expresionismo abstracto o el pop art, han apoyado gran parte de su peso en el grabado. En primer lugar hay que destacar la figura de Picasso, que trabajó litografías, aguafuertes, xilografías y puntasecas. Matisse, Rouault, Chagal, Joan Miró, Max Ernst, Jan Arp, Salvador Dalí y otros artistas de gran talla, cultivaron también esta técnica.

En Alemania el expresionismo encontró en la xilografía un lenguaje aliado y lo continuó la Bauhauss, dónde artistas como Kandinsky y Paul Klee produjeron trabajos seriados.

A partir de 1950, el grabado se ha convertido en la principal forma de expresión para los artistas de vanguardia. Entre los artistas contemporáneos que han destacado también como grabadores, se encuentran los expresionistas abstractos Robert Motherwell, Robert Rauschenberg y Jasper Johns.

Apartándose de la visión de los expresionistas abstractos surgieron jóvenes artistas de la cultura popular (Por Art) que, combinando material de los medios de comunicación (revistas, periódicos, películas y fotografías) obtenían imaginativas representaciones. Artistas como Andy Warhol, Roy Lichtenstein y Robert Indiana con sus serigrafías desafiaron la tradición gráfica al introducir la estética publicitaria y el comic en las salas de arte.

Hoy podemos afirmar que es bastante extraño encontrar artistas de renombre que no hayan realizado la edición de la obra gráfica. Aguafuerte, litografía, serigrafía, xilografía… una gran variedad de alternativas que permiten la multiplicación de la obra y por tanto una mayor presencia en el panorama internacional.
 

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